Buenas tardes, educadores. Hoy voy a comentar brevemente un documental que visualizamos el miércoles pasado, que mostraba un "centro de segundas oportunidades". El título del documental es "Un Pulso al Fracaso", y si le dais clic al título, os llevará al documental en sí, por si estáis interesados.
Este documental de 2010 muestra un centro de jóvenes que no han terminado los estudios de secundaria, y que quieren obtener un título que les permita ponerse a trabajar. La fundación que lleva este centro se llama "Fundación Tomillo", y el centro en sí está en Madrid, en el barrio de Carabanchel. Los alumnos que vienen a estos centros tienen cada uno una historia propia, pero todos tienen algo en común: ninguno ha terminado la ESO, y todos quieren un futuro mejor que el que ven antes de entrar en el centro. Los profesores demuestran dedicación, y está claro que quieren lo mejor para los alumnos.
Nada más ver el documental, se nos preguntó nuestra opinión al respecto. Un compañero expresó en voz alta lo que yo estaba pensando en el momento: estos centros no deberían existir. El problema debería haberse resuelto mucho antes, en los institutos. En cambio, estos profesores son los que tienen que trabajar con estos adolescentes para conseguir su objetivo. Creo que si las instituciones y el sistema se centrasen en ayudar a que estos alumnos durante su recorrido en el instituto, habría menos alumnos que necesitasen acudir a estos centros. No obstante, no culpo al sistema de todo, puesto que para cada caso hay unas circunstancias características.
Finalmente, la última parte de este post consiste en un análisis del documental centrándome en un aspecto en concreto. En mi caso, me tocaba centrarme en el artículo 91.1.a) de la Constitución, que dice lo siguiente:
"La programación y la enseñanza de las áreas, materias y módulos que tengan encomendados."
En el documental, el centro de segunda oportunidad se puede ver cómo los alumnos tienen algunas asignaturas que suelen aparecer en el currículo de un instituto, pero también se salen un poco de estas para enseñar a los alumnos asignaturas y habilidades de carácter más práctico, como por ejemplo cómo servir en un restaurante, o tecnología. En mi opinión, esto es recomendable, no sólo en este tipo de centros, sino también en los centros de educación secundaria, puesto que los alumnos adquieren habilidades que les pueden servir no sólo a la hora de trabajar, sino también para desarrollar competencias y hacerles más responsables. Creo que estos alumnos están marginados, en cierto modo, de la sociedad. Si estas instituciones consiguen reinsertarlos con éxito, considero que deberían seguir ejerciendo esta función, pero con vistas a que el sistema cambiase para ayudar a estos jóvenes.
¡Buenas, Juan! Una entrada entrada estupenda que invita a la reflexión. Algo estamos haciendo mal para que tantos alumnos sientan que han fracasado. Estoy totalmente de acuerdo contigo y con nuestro compañero, estos centros no existirían de hacer bien esa labor educativa que en cambio propicia que tantos jóvenes se sientan marginados hoy en día.
ResponderEliminar¡Hola, Marta! ¡Gracias por pasarte por aquí para dejar una reflexión tan acertada! Tenemos que estar al pie del cañón, preparados para afrontar todo tipo de situaciones, y para evitar que nuestros futuros alumnos no se sientan capacitados para estudiar ¡Un saludo!
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